10.8.09

"Melancolía exquisita" dijo D.

D. le explicaba a S., después de prometerle el mundo, el bosque, las estrellas y más: "Sol te puedo dar hasta la eternidad, canciones hasta que no me quieras escuchar y noches, ahí se me complica, pero para vos, cuando quieras, cuantas quieras. ¿Negociamos entonces? ¿Cerramos el contrato acá?" (S. lo miraba y no decía nada) D. insistió: ¿Te vendrías un día a conocer mi vida?". Y S., finalmente, suspiró profundo, tomó aire como si fuera a saltar del piso más alto, sonrió tímidamente y dudando un poco menos que una hora antes, respondió que sí. "¿Sabés lo que pasa?", dijo D. cuando notó que sus ojos buscaban saber algo más: "Te me volviste imprescindible".
Su presencia, un presente tan precioso. Infinita tristeza no, "melancolía exquisita", sugirió D. y caminó tres cuadras derecho, hasta que llegó a la esquina del semáforo naranja. Esa misma esquina que 2 años atrás los había encontrado por primera vez y con muchas sonrisas menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario