7.3.09

No woman, no cry


“Abre los ojos, Romeo y Julieta no eran de este planeta”, me decía mi abuela cuando yo me ponía triste porque Mili de Chiquititas no concretaba nunca su súper historia de amor con Javier.Después crecí y me fui dando cuenta que en las novelas las únicas que la pasaban bien eran Andrea del Boca, Soledad Silveyra -hasta ahí eh, hasta ahí, pasarla bien con Osvaldo Laport no sé si realmente es pasarla bien- y Luisa Kuliok, que de extraña dama tenía todo porque era la única que la pasaba realmente mal, sufría sufría y sufría, pero siempre terminaba felíz. Ciega monja, sorda, muda, todo, pero llegaba al final como los Ingalls, corriendo por el campo con un indio, ah, no, ésa era Grecia Colmenares. Me cansé de eso, de la novelita con happy ending. Y descubrí el cine, hasta que conocí a Ana Katz, una mujer que sabe reflejar el sentir de las mujeres pero desde el punto de vista que más me gusta: reírnos delicadamente de nosotras mismas, llorar en serio, reír de verdad, vivir, aunque siempre parezca que se va a derrumbar todo en un segundo. Lo trágico de la mujer pero reflejado inmensamente bien en el cine.

El Juego de la Silla (2002) y Una Novia Errante (2007), son los dos largometrajes que separo del nuevo cine nacional en esta ocasión. Los ojos de Katz tienen una forma de mirar la realidad bastante particular. En la película de la novia que erra todo el tiempo y no pega una, la cuestión se resume en pocas palabras: Inés y Miguel-amor-ómnibus-Mar de las Pampas-playa- mucho viento-Inés sola-pierde a Daniel-camina por el bosque-conoce nuevos amigos transitorios o no tanto-lágrimas-soledad-teléfono-contestador-mensajes (muchos)-inestabilidad; todo da igual a unas frustradas vacaciones románticas que lo único que tienen de romántico es el lugar y la forma en que elige pasarla Inés. Y en El Juego de la Silla, la cuestión viene por otro lado, pero se sintetiza en: una familia, Los Lujine que, sin el padre, esperan que su hijo mayor vuelva por dos días a Buenos Aires y que lógicamente, aparte de cantar y guitarrear pésimo la canción “Parado en el medio de la vida”, juegan al juego de la silla y terminan todos llorando. Llorando, Katz en las dos películas se la pasa un tiempo llorando, y vuelvo a Celeste siempre Celeste y me acuerdo que estamos hablando de cuestiones femeninas, llorar es una de las cuestiones femeninas vitales más importantes. Los ojos hinchados de Inés y la cara de tristeza de Laura, son un resumen de los dos estados más interpretados por la mujer en la historia universal. Está bien, claro, la mujer también ríe, canta, vive, baila, lava, plancha, cría hijos, planta un árbol, va de compras, va al cine a ver el reflejo de su propia vida, llama ochenta veces al mismo teléfono para que le expliquen por qué no la quieren atender, corta, deja mensajes, extraña, no extraña, es insegura aunque por momentos aparenta seguridad, puede ser presidenta, tiene gente lejos que quiere tener cerca, tiene gente cerca que preferiría tenerla lejos, nunca termina de abordar el mundo de forma adulta, vive ilusionada, cree en la Barbie y lo que es peor, en Ken también, pero se conforma con un Facundo Arana (¿Porqué? No sé), vive con pasión, pero por sobre todo, como lo condensa la dulce mamá de Laura en el film de la silla: “Una está enamorada del amor” y punto. Y ahí está la mujer, sola, buscando algo, intentando encontrarlo, pero lejos de concretar la búsqueda. De todas las relaciones humanas, y de todas las vidas y sexos posibles que tiene hoy el hombre, la mujer creo que es la única que realmente siempre habla de corazón cuando dice “Te quiero hasta el fin del mundo”, porque realmente es así, la mujer no exagera, ama. Como la canción que habla de estar parado en el medio de la vida lo expresa, la mujer vive parada en el medio de la vida, eligiendo siempre qué ruta va a elegir transitar cada mañana, pero así aunque no sea saludable, aunque sufra, vive y ya.

La mujer, cualquier mujer, es un personaje completamente expuesto al amor, entregado. Porque después de una ruptura amorosa, de cualquier tipo, de madre, de novia, de hermana, de prima, de tía, de vecina, de amiga; a la mujer le cuesta aceptar la realidad tal cual es, y prefiere seguir manteniendo una ilusión ciega, completamente ciega, o que elige no ver, en cuestiones de amor, la mujer a veces un poco exagera, pero siempre prefiere inconscientemente, sufrir un poco. Como lo dijo Charly, cuando tocaba esos tiernos temas con Serú Girán, y como Laura que prefirió arruinarlos con su guitarra: “Con los ojos cerrados me ves mejor”. La mujer vive parada en el medio de la vida, y eso la hacer ser así, tan esencial, tan especial. La mujer vive esperando para recibir amor, y sabe que el hombre también es un poco como ella, el alma, los ojos, sus manos, son igual a Inés, a Laura, a mí y a tu mamá también. La mujer es básica, pero no por eso fácil de abordar y menos cuando hablamos de amor.

Y después de haber katziado toda una semana, voy al médico y le canto esa canción que me canto siempre y que me enseñaron unos tipos pequeñitos, los tipitos: “Doctor no sé, esos duendes volverán hoy (...) Diga lo que se le ocurra, pero no que el amor no tiene cura”.